La casa de la abuela






Poema de Alda Salzarulo







La casa de la abuela





tenía un olor a verde madurado





por el sol andaluz





que se escapó con ella,





enamorado.













Un corredor tan largo





que hasta cuatro rayuelas le cabían





y hasta un tejo





de vuelo almidonado.













El agua





que tan fresca se bebía





la sacaba aquel vástago minero





que bajaba y subía.





Y una urdimbre metálica y distante





marcaba la frontera que, indecisa,





mediaba entre vecinos inmigrantes.













Un gran tazón de leche en la cocina





perdía su calor por mi demora





atenta a lo que abuela me contaba,





esa charla fecunda que yo oía





como el cuento de amor que me faltaba.













Mi abuela era la madre que escuchaba





la madre que me amaba y me entendía





y sin altos estudios recitaba





los poemas que el pueblo conocía





como el canto amarillo de una flauta





que en jaula con alambres se ofrecía.













La abuela fue mi paz, mi regocijo





y cuando fui mamá llevé a su casa





la primera visita de mi hijo





que alivió por minutos su agonía.













Después la ví muchacha entre su gente





gozando con el sol de Andalucía





desmintiendo el pecado de la muerte.





Y la veo aún y la veré por siempre





dentro de mí como madura fuente





y en el rincón de su fotografía.













© Alda Salzarulo









Planeta Educador Mr. José F. Galarza Emails: consultas@planetaeducador.com publicar@planetaeducador.com







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